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Contaminación plástica en áreas marinas protegidas: una amenaza invisible para los ecosistemas

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Vislumbres de paraíso que protegen la vida silvestre de la explotación humana, las reservas marinas se presentan como la mejor apuesta de la humanidad para salvar los océanos. Pero, con el tiempo acercándose rápidamente al objetivo 30x30 y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos de este año asentándose, la pregunta en juego es ¿Cómo protegerlos realmente de sus enemigos invisibles?

Diseñadas en diversas formas y con distintos propósitos de conservación, las Áreas Marinas Protegidas (AMP) pueden variar desde zonas altamente reguladas –conocidas como zonas de veda– hasta “parques de papel” que sólo existen en los mapas.

El estuario de Clyde, un tramo de mar en las Tierras Altas occidentales de Escocia que desemboca en el océano Atlántico Norte, ha sido la zona de alimentación de las comunidades locales y de otras partes del mundo durante siglos. Hace unos años, este ecosistema, antaño floreciente, se acercaba a su fin. Décadas de mala gestión redujeron una pesquería antaño diversa a tan solo un puñado de especies comercialmente viables y provocaron una disminución del 80 % en el número de embarcaciones pesqueras.

Con el apoyo de toda la comunidad, la notable labor del experto local en conservación Howard Wood condujo a la creación de la primera zona de veda de Escocia en 2008. La isla de Arran es un ejemplo de cómo investigadores y grupos comunitarios, en colaboración con políticos, pueden ofrecer soluciones que benefician la economía, el clima y la biodiversidad. Tras tres décadas de acciones lideradas por la comunidad, la isla renace.

Cuando el conservacionista de tortugas de Galápagos Juan Pablo Muñoz-Pérez comenzó a encontrar extrañas partículas coloridas tanto en los cuerpos de tortugas muertas varadas como entre los granos de arena de playas remotas, se dio cuenta de que tenían un problema de plástico.

De hecho, un creciente corpus científico está descubriendo un invasor silencioso que elude las protecciones más sólidas y priva a las comunidades locales de la capacidad de gestionar eficazmente sus propios territorios. Las zonas marinas protegidas están siendo socavadas silenciosamente por la contaminación por microplásticos.

De ser un material revolucionario en menos de 50 años, el plástico se ha convertido en una plaga omnipresente, casi imposible de eliminar. Millones de toneladas de residuos llenan el medio ambiente cada minuto, y una oleada de basura degradada llega a los océanos en este preciso instante.

“Para las generaciones más jóvenes, las partículas de plástico mezcladas con arena son algo que siempre ha estado ahí”, afirma Sheppard. En general, dos tercios de los datos disponibles recientemente a nivel mundial indican que los niveles de microplásticos en el agua de mar de las AMP son tan altos como los de las zonas marinas no protegidas. Estudios más recientes han demostrado que la contaminación por microplásticos ocurre incluso en las AMP más restrictivas y en lugares deshabitados.

Consideradas uno de los ecosistemas más prístinos del mundo, las Islas Galápagos también están bajo presión debido a este creciente problema.
Preocupado por el futuro de un lugar que apenas ha cambiado desde que Charles Darwin lo visitó en 1835, Muñoz-Pérez buscó la ayuda del Galapagos Conservation Trust , que alertó a expertos en contaminación plástica marina de todo el mundo.

Cuando nos contactaron en 2018, fuimos a ver cómo podíamos ayudar a los investigadores locales y obtener datos sobre la magnitud del problema. En 2021, volvimos y utilizamos una técnica ligeramente diferente para demostrar la magnitud del problema de los microplásticos en el Parque Nacional Galápagos”, afirma Ceri Lewis, profesora de la Universidad de Exeter y una de las principales líderes de la red Plásticos del Pacífico: De la Ciencia a las Soluciones.
La biodiversidad endémica de Galápagos constituye un ecosistema crucial y un corredor marino esencial para las especies marinas migratorias. La Reserva Marina de Galápagos es una de las más grandes del mundo, con una superficie total de casi 133.000 km² y representa una parte significativa de la protección oceánica de Ecuador.

“El problema con los microplásticos en el agua es que no respetan los límites de las áreas protegidas y están disponibles para cualquier boca del océano”, continúa Lewis.

Sin embargo, el Galapagos Conservation Trust, en colaboración con la Dirección del Parque Nacional Galápagos y otros socios en Galápagos, ya había lanzado el programa Galápagos Libre de Contaminación Plástica (PPFG), el primer programa de acción específico, que abarca desde las bases hasta el Gobierno, para transformar la ciencia en soluciones prácticas.

Basándose en la nueva evidencia científica, reunieron a socios de la región y del ámbito internacional para abordar el problema en todo el Pacífico Tropical Oriental a través de la red Ciencia-Solución.

El proyecto multidisciplinar sobre contaminación plástica en Galápagos involucró a más de 20 socios internacionales para comprender las fuentes, trayectorias y efectos del plástico en el ecosistema marino. Utilizando modelos oceanográficos y datos de campo, se identificaron como principales fuentes continentales la costa de Perú, Ecuador y Panamá, además de flotas pesqueras internacionales.

Los resultados científicos guiaron la respuesta proactiva de la administración del Parque Nacional Galápagos, que implementó barreras fluviales para capturar residuos plásticos antes de que lleguen al océano, recolectando 13 millones de toneladas en dos años, y promovió campañas educativas e innovaciones como el desarrollo de bioplásticos sostenibles locales.

El estudio detectó contaminación por plástico en todos los hábitats marinos, afectando especies protegidas como tiburones martillo e iguanas Goliat, con un riesgo creciente debido a la rápida fragmentación del plástico en microplásticos bajo altas radiaciones UV. Aunque el impacto a nivel poblacional aún no es crítico, se están alcanzando niveles preocupantes que exigen acciones urgentes para mitigar esta amenaza ecológica.

El proyecto Science to Solutions reúne a investigadores, gobiernos, comunidades y ONG para diseñar estrategias efectivas contra la contaminación plástica en Galápagos. Basándose en evidencia científica y las necesidades locales, han identificado intervenciones clave que apoyan tanto las políticas regionales como la participación de Ecuador en el Tratado Global de Plásticos.

Sin embargo, advierten que, pese al compromiso local, sin un cambio sistémico global que reduzca la producción y el mal manejo del plástico, las islas seguirán vulnerables a la contaminación, que se desplaza a través de los océanos. La solución requiere transformaciones profundas en el uso y gestión del plástico a nivel global, junto con acciones individuales y comunitarias.

[Este contenido procede de Oceanographic Magazine Lee el original aquí]
lunes 14 de julio de 2025

 

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