Los océanos, motores de la vida en la Tierra y nuestro mayor regulador climático , se encuentran en una situación sin salida. Necesitamos urgentemente descarbonizar nuestra economía, lo que implica implementar energías renovables a gran escala, incluyendo fuentes marinas como parques eólicos fijos y flotantes. Sin embargo, también debemos proteger los mares: el Marco Mundial de la Diversidad Biológica Kunming-Montreal de 2022 exige proteger al menos el 30 % de los océanos del mundo para 2030.
Estos objetivos aparentemente contradictorios plantean una pregunta crítica: ¿podemos abandonar los combustibles fósiles sin comprometer los niveles ya debilitados de biodiversidad de nuestros océanos?
El papel vital de la energía marina
La energía renovable es clave para mitigar el cambio climático, ya que permite reducir las emisiones de combustibles fósiles. Las fuentes de energía marinas desempeñan un papel cada vez más importante: la eólica predomina, aunque la energía undimotriz y mareomotriz también tiene un gran potencial.
La Unión Europea (UE) ha convertido la energía eólica marina en un pilar de su estrategia de descarbonización. El Pacto Verde Europeo y la Estrategia de Energías Renovables Marinas prevén una expansión drástica de esta tecnología: de 29 gigavatios (GW) en 2019 a 300 GW en 2050.
Este crecimiento decuplicado en apenas tres décadas es esencial para alcanzar la neutralidad climática en 2050, impulsando al mismo tiempo la innovación, el empleo y la seguridad energética en Europa.
Protegiendo los océanos: '30x30'
La carrera por la energía limpia coexiste con otra emergencia global: la crisis de la biodiversidad. Las actividades humanas ya han alterado el 66 % de la superficie oceánica , poniendo en peligro sus ecosistemas. La pérdida de especies y hábitats marinos se ve acelerada por la destrucción de entornos naturales, la contaminación, la sobreexplotación y los impactos del cambio climático.
El Marco Mundial para la Diversidad Biológica Kunming-Montreal es un acuerdo histórico que busca abordar este problema. Uno de sus objetivos se conoce como "30x30": el compromiso de proteger al menos el 30 % de las áreas marinas para 2030. Se trata de una meta ambiciosa, dado que actualmente menos del 10 % del océano está formalmente protegido.
La creación de áreas marinas protegidas es crucial para salvaguardar no sólo la biodiversidad, sino también los servicios ecosistémicos vitales que proporciona el océano: regulación del clima, suministro de alimentos y secuestro de carbono .
La protección de ecosistemas biodiversos y ricos en carbono, como las praderas de Posidonia oceánica y los sedimentos marinos intactos, ofrece beneficios que se refuerzan mutuamente para la mitigación y adaptación al cambio climático, al absorber y almacenar el carbono atmosférico. Soluciones basadas en la naturaleza como estas son algunas de las maneras más inmediatas de abordar simultáneamente ambas crisis.
Conflictos y desafíos
El despliegue masivo de energías renovables marinas genera impactos ambientales y conflictos que a menudo entran en conflicto con los esfuerzos por conservar la biodiversidad.
El mar Mediterráneo, con más de 17.000 especies (el 28 % endémicas) , es uno de los mares más vulnerables y fragmentados del mundo. Ya se encuentra sometido a una enorme presión por la contaminación, la sobrepesca, el turismo y el tráfico marítimo, y la construcción de miles de infraestructuras energéticas en una zona tan sensible solo agravaría estos problemas, ya que industrializaría de hecho muchas zonas costeras y marinas.
El conflicto se debe principalmente a la competencia por el espacio: las zonas de alto potencial energético (eólicas o undimotriz) suelen solaparse con zonas de gran valor ecológico . Además, existen impactos más directos sobre la fauna marina (ruido, colisiones, vibraciones) y la alteración o destrucción de los hábitats marinos.
Aún existen importantes incógnitas sobre el verdadero impacto de los macroproyectos en los ecosistemas. Sus efectos acumulativos y a largo plazo en áreas cruciales, como las corrientes atmosféricas y oceánicas y la productividad oceánica, son en gran medida desconocidos o insuficientemente estudiados. Ante tal incertidumbre, la prudencia nos obliga a aplicar el principio de precaución.
Actualmente, no existen instalaciones eólicas permanentes en el Mediterráneo, solo un proyecto piloto en Francia con tres turbinas y varios otros proyectos aún en fase de planificación. En un mar que ya está al límite, las nuevas presiones plantean serias dudas sobre la compatibilidad de los objetivos climáticos y de biodiversidad, lo que implica una planificación cuidadosa.
Coexistencia sostenible
La buena noticia es que descarbonizar nuestra economía y proteger los océanos no son intrínsecamente incompatibles; de hecho, son objetivos que se refuerzan mutuamente. La clave reside en una planificación cuidadosa del espacio marino.
La herramienta clave para lograrlo es la planificación espacial marítima (PEM) . Este proceso organiza los usos del mar (energía, pesca y acuicultura, transporte, turismo, conservación) para identificar áreas de alto valor ecológico que deben protegerse y áreas aptas para el desarrollo energético. De esta manera, minimiza los conflictos y ofrece una hoja de ruta para la gestión integrada y multifuncional de los mares.
El objetivo final es un impacto neto positivo , de modo que los proyectos de energía renovable no solo minimicen los daños, sino que también contribuyan a la mejora de los ecosistemas. Esto se logra mediante la mitigación eficaz de los impactos negativos, la compensación y la restauración ecológica.
La colaboración y el diálogo entre gobiernos, industria, pesca, científicos y conservacionistas son vitales. La consideración de las comunidades locales —los sectores pesquero y turístico, así como los residentes costeros— es clave para una transición energética justa y equitativa. Trabajar juntos es la única manera de encontrar soluciones innovadoras que equilibren la energía renovable con la protección de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos oceánicos.
Equilibrar la descarbonización y la conservación
La crisis climática y la pérdida de biodiversidad son dos caras de la misma moneda, y abordarlas de forma aislada sería un error . La descarbonización de nuestra economía y la protección de la biodiversidad marina no solo deben coexistir, sino que deben reforzarse mutuamente.
Por lo tanto, es crucial que la expansión de las energías renovables marinas se realice con una visión holística y proactiva, priorizando la salud de los ecosistemas e integrando soluciones basadas en la naturaleza desde el principio.
Podemos, y debemos, aprovechar el inmenso potencial energético del océano sin comprometer su salud ni el bienestar de las comunidades locales. El futuro exige una simbiosis entre la innovación tecnológica y la investigación sobre los impactos ecológicos y socioeconómicos locales.
Integrar la mitigación del cambio climático con la conservación de la biodiversidad es la clave para crear energía marina sostenible.
martes 08 de julio de 2025