Desde baterías de iones de litio y vehículos eléctricos hasta drones y paneles solares, casi todas las tecnologías limpias dependen de materias primas esenciales, como el litio, el níquel y el cobalto. A medida que aumenta la demanda de estas tecnologías, también lo hace la de sus componentes, lo que ejerce una enorme presión sobre las cadenas de suministro.
Este es un problema especialmente grave en Europa, que depende en gran medida del exterior para el suministro de estos materiales. Sudáfrica cubre el 41 % de la demanda de manganeso primario de la UE, mientras que Chile aporta el 79 % de su litio procesado. En cuanto a las baterías, China controla alrededor del 70 % de toda la cadena de valor, desde el procesamiento de las materias primas hasta el ensamblaje. Por consiguiente, la UE es muy vulnerable a la escasez.
Para abordar estos desafíos, los investigadores del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea están explorando las posibilidades de utilizar soluciones sostenibles alternativas, estableciendo enfoques científicamente sólidos y armonizados para la recolección y recuperación de baterías usadas en el contexto del Reglamento sobre baterías de 2023 .
El desafío de extraer materias primas críticas
La extracción de materias primas críticas conlleva altos costos y riesgos, tanto económicos como ambientales. Para empezar, las actividades de exploración para encontrar yacimientos de estos minerales pueden llevar años, sin garantía de éxito. La extracción de los materiales en sí también requiere un uso intensivo de recursos: extraer 1 kg de cobalto, un componente esencial de la química de varias baterías, consume unos 250 kg de agua y produce al menos 100 kg de residuos.
El reciclaje en la UE podría ofrecer una solución para estabilizar el suministro y minimizar el daño ecológico.
Muchas economías avanzadas consideran el reciclaje de metales y la mejora de la economía circular como un valor añadido para sus planes estratégicos. Países como Japón y China, así como muchos estados de EE. UU., ya han aprobado legislación relacionada con el reciclaje de productos electrónicos y baterías, con ambiciosos objetivos de recuperación, especialmente para las baterías de vehículos eléctricos, siguiendo el ejemplo que Europa lleva varios años dando.
De hecho, es Europa la que ha liderado los esfuerzos legislativos, con medidas políticas que abarcan toda la vida útil de una batería, desde los procesos de extracción hasta el reciclaje.
Sin embargo, si analizamos la capacidad industrial de reciclaje de baterías, China sigue estando a la vanguardia. Según el informe "Recycling of Critical Minerals" de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), las 20 principales empresas del mundo en cuanto a capacidad de pretratamiento y recuperación de materiales (dos etapas esenciales del reciclaje de baterías) son chinas. De estas empresas, las tres principales controlan alrededor del 15 % del mercado mundial de pretratamiento y casi el 20 % del mercado de recuperación de materiales. Esto no sorprende si tenemos en cuenta que China domina ampliamente la competencia por las gigafábricas de baterías y cuenta con el mayor suministro de baterías para vehículos eléctricos.
De cara al futuro, se prevé que China conservará más del 75% de la capacidad mundial de recuperación de materiales en 2030, mientras que Estados Unidos conservará el 10% y la UE el 5% de la cuota de mercado.
El potencial sin explotar de la minería urbana
Aquí es donde entra en juego la minería urbana, y no solo afecta a las baterías usadas. Cada año, el mundo produce una gran cantidad de residuos electrónicos: aparatos eléctricos y electrónicos, así como baterías usadas.
En 2022, el mundo produjo 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, suficientes para llenar 1,55 millones de camiones de 40 toneladas que, colocados uno contra el otro, podrían formar una línea que rodearía el ecuador. En lugar de ir a parar a los vertederos, estos residuos electrónicos pueden aprovecharse como minas urbanas de materias primas secundarias.
La extracción de materiales de minas urbanas tiene un menor impacto ambiental que la extracción primaria, en gran medida porque las materias primas críticas suelen estar más concentradas en las baterías usadas que en los minerales primarios. Volviendo al ejemplo del cobalto, extraer este metal de las baterías de iones de litio requiere unos 100 kg de agua, 2,5 veces menos que extraer la misma cantidad del suelo.
Recuperar lo que ya tenemos también permitirá conservar valiosas materias primas en Europa. Por ejemplo, el JRC estimó que el suministro potencial de cobalto secundario —un componente esencial no solo de baterías y productos electrónicos, sino también de lanzaderas espaciales y satélites— podría representar el 42 % de la demanda de la UE para 2050.
Sin embargo, una proporción considerable de los residuos de baterías de la UE se recicla fuera de ella. Esto se debe a diversas razones. Además de la reducción de los costes laborales, resulta mucho más rentable reciclar las baterías usadas en las mismas instalaciones donde se producen las materias primas.
Llevando el reciclaje 'a casa'
Al aprovechar las minas urbanas locales para el suministro de materias primas esenciales, la UE puede reducir significativamente su dependencia del exterior y mantener su competitividad a escala mundial. Además, la recogida de más baterías usadas y su almacenamiento en la UE impulsará la industria del reciclaje y las innovaciones, y contribuirá al cumplimiento de los ambiciosos objetivos de reciclaje establecidos en el Reglamento sobre Pilas de la UE.
Estos objetivos son exigentes. En concreto, el 80 % del litio y el 98 % del cobalto deberían recuperarse de las baterías usadas para finales de 2031. Ante estos desafíos, el JRC ha propuesto un enfoque científico para armonizar las normas de cálculo para la monitorización del reciclaje de baterías usadas en toda la UE, de forma que se fomente la innovación y se garantice la rentabilidad.
Este marco metodológico es clave para que la UE aproveche al máximo sus minas urbanas. Ayudará a la UE a construir una industria sostenible, resiliente y competitiva, y conducirá a una recogida y un tratamiento más eficientes de los residuos de la UE dentro de sus fronteras.
lunes 23 de junio de 2025