Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Dakota del Sur (SDSU) sugiere que las cañas de vid (las podas leñosas que se descartan después de cada cosecha) podrían ayudar a abordar uno de los desafíos ambientales más persistentes del mundo: los desechos plásticos, escribe EastFruit .
La crisis de los residuos plásticos y la búsqueda de alternativas
La dependencia global de los plásticos, en particular para los envases de un solo uso, sigue generando niveles alarmantes de contaminación. La mayoría de los plásticos convencionales se derivan del petróleo crudo, tardan siglos en descomponerse y rara vez se reciclan: sólo alrededor del 9 % a nivel mundial se reutiliza. El resto se acumula en vertederos, océanos y, cada vez más, en el cuerpo humano en forma de microplásticos y nanoplásticos, con consecuencias para la salud a largo plazo que se desconocen en gran medida.
Las bolsas de plástico se encuentran entre las principales fuentes de residuos en Estados Unidos, según Srinivas Janaswamy, investigador de la Universidad Estatal de Dakota del Sur (SDSU) y profesor asociado del Departamento de Ciencias de los Alimentos y Lácteos. Su objetivo a largo plazo es crear una bolsa similar al plástico que se descomponga de forma natural y no deje residuos tóxicos.
Una tendencia mundial en la conversión de residuos en valor
Los expertos señalan que esta investigación se enmarca en una tendencia mucho más amplia de utilizar residuos agrícolas para crear soluciones de envasado sostenibles.
Hoy en día, observamos múltiples avances a nivel mundial: investigadores indios desarrollan películas biodegradables a partir de cáscaras de naranja; en Chennai, científicos del IIT utilizan residuos agrícolas combinados con micelio de hongos para producir materiales compostables resistentes; en Australia, universidades prueban bioplásticos para envases de bayas hechos de PHA y fibras de madera; mientras que proyectos europeos e internacionales convierten subproductos de frutas y verduras en películas antioxidantes y antimicrobianas que prolongan la vida útil. La celulosa de vid es otra poderosa incorporación a este conjunto de herramientas globales, que demuestra cómo los residuos hortícolas pueden pasar de ser un problema de eliminación a un recurso de alto valor en la bioeconomía circular», afirma Kateryna Zvierieva, directora de la Asociación Ucraniana de Horticultura, experta en marketing de agronegocios y consultora en agricultura sostenible.
Cañas de vid como fuente de celulosa
La celulosa, el polímero orgánico más abundante de la Tierra, es el eje central de esta investigación. Confiere a las plantas su resistencia estructural y puede extraerse de subproductos agrícolas, desde cáscaras de aguacate hasta posos de café. Janaswamy ha producido previamente películas a base de celulosa similares a los envoltorios de plástico tradicionales, aunque cada material presentaba una resistencia y transparencia variables.
Según el sitio web de la Universidad, el avance se produjo después de que Anne Fennell, Profesora Distinguida del Departamento de Agronomía, Horticultura y Ciencias Vegetales, sugiriera el uso de sarmientos de vid como materia prima. Los viñedos generan anualmente grandes cantidades de restos de poda, ricos en celulosa, que suelen triturarse, compostarse o quemarse. A diferencia de otros residuos, los sarmientos de vid tienen un bajo contenido de agua y una alta densidad de celulosa, lo que los hace especialmente adecuados para el procesamiento.
Más resistente que el plástico y se biodegrada en 17 días
Trabajando con los candidatos a doctorado Sandeep Paudel y Sumi Regmi, junto con el investigador de la Universidad de Purdue Sajal Bhattarai, el equipo extrajo celulosa de las cañas de los viñedos de investigación de SDSU y produjo películas transparentes y duraderas.
Según resultados publicados en Sustainable Food Technology, las películas son más resistentes a la tracción que las bolsas de plástico tradicionales y se biodegradan completamente en tan solo 17 días al colocarlas en el suelo. Su alta transmitancia de luz también las hace aptas para el envasado de alimentos, mejorando la visibilidad del producto sin necesidad de abrir el envase.
Hacia una bioeconomía circular
Las implicaciones son dobles: en primer lugar, los viñedos podrían convertir un subproducto de bajo valor en una materia prima para envases sostenibles; en segundo lugar, dichas películas podrían reducir la dependencia de los plásticos derivados del petróleo, contribuyendo a una bioeconomía circular.
“El uso de podas de vid infrautilizadas como fuente de celulosa para películas de embalaje mejora la gestión de residuos en el campo y aborda el problema mundial de la contaminación plástica”, señaló Janaswamy.
La financiación para la investigación fue proporcionada por el Instituto Nacional de Alimentación y Agricultura del Departamento de Agricultura de EE. UU. y la Fundación Nacional de Ciencias.
Si bien la escalabilidad comercial sigue siendo un desafío, el estudio representa un paso más hacia lo que Janaswamy llama su “sueño”: una bolsa de compras similar al plástico que se descompone rápidamente y de manera segura en el medio ambiente.
martes 02 de septiembre de 2025