Las exportaciones de textiles usados desde la Unión Europea (UE) a otros países se ha triplicado en las dos últimas décadas, señaló recientemente a Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) que advirtió de que constituyen un “creciente problema de residuos”. De las cerca de 550.000 toneladas exportadas en 2000 se ha pasado a 1.700 millones de toneladas en 2019, último año analizado en el informe de la AEMA.
La cifra de textiles exportados en 2019 equivale a 3,8 kilogramos por persona o a la cuarta parte del total de textiles consumidos cada año por individuo. “Al ser limitada la capacidad de reutilización y reciclaje en Europa, una gran parte de la ropa donada y desechada y otros productos textiles son exportados a África y Asia. Las percepciones públicas de que esas donaciones son siempre usadas en esas regiones no reflejan la realidad”, consta en el documento.
La AEMA resalta que, una vez exportados, el destino de los textiles es “incierto”, ante la ausencia de evidencia suficiente, pero que una parte considerable acaba en basureros, de ahí que apunte a la necesidad de que tanto la UE como los países destinatarios mejoren el control y afronten los “retos” resultantes del aumento de la exportación. De acuerdo con datos analizados por la ONU, también se ha producido un cambio en el destino: si África recibía en 2000 el 60% del total de exportaciones y Asia solo el 26%, en 2019, esta última acaparaba ya el 41%, por el 46% de la primera. En el caso africano, la mayor parte de los textiles son reciclados localmente, al existir una demanda de ropa usada barata de Europa, y lo que no sirve termina en vertederos al aire libre.
La mayor parte de los textiles que llegan a Asia son seleccionados y procesados, convertidos en tejido industrial o relleno, revendidos a otros países de la zona o para reciclaje en África, mientras el resto acaba en basureros. Cinco de los 27 países miembros de la UE, además del Reino Unido, acaparan el 75% de las exportaciones de textiles usados, lo que puede deberse a que tienen un mejor sistema de recogida, menos reciclaje interno y al comercio interno en el seno de la Unión.
El informe insta también a tomar con “precaución” el uso de fibras biológicas en los productos textiles, ya que puede causar otras presiones medioambientales, incluido el uso de tierra y agua vinculado a actividades agrícolas, deforestación y procesamiento.